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Viva España no es un grito patriótico, es una pregunta. Un espejo roto donde se refleja lo que somos… o lo que decimos ser. Esta obra forma parte de la serie pictórica Corpus y nace como un retrato esperpéntico —en el sentido más valleinclanesco de la palabra— de la identidad nacional. No es sátira, es autopsia simbólica. No es burla, es espejo deformado.
La escena se compone de dos partes: a la derecha, dos animales erguidos, reconocibles, dos silueta de toro sobre una colina, con ese aire mítico y orgulloso que tantas veces se ha usado como emblema. Sobre él, casi como una exclamación estética y visceral, la palabra Olé flota en rojo, reclamando su lugar en el imaginario colectivo. Pero al otro lado, como si esa misma figura se reflejara y deformara en una pesadilla, encontramos su reverso: los cuernos desaparecen, el cuerpo se deforma hasta convertirse en un apéndice de un ser mayor, los colores se tuercen. Ya no son dos toros orgullosos: Lo que antes era monte se convierte en una figura quebrada, famélica, una osamenta de toro que se retuerce sobre sí misma. Lo que era fuerza se vuelve fragilidad.
La técnica mezcla la decalcomanía con soplado de tinta en estado húmedo. Inicialmente, solo existía la imagen de la derecha, pero fue el azar —tan presente en este tipo de procesos— el que reunió ambas mitades. Al observarlas juntas, sembró la duda. Y no pude más que consultar a mi amigo y confidente Miguel, le expliqué mis dudas y al escuchar su opinión de repente todo encajó. Lo que iba a ser una imagen se convirtió en una doble narrativa: la del símbolo glorificado y la del símbolo corroído por dentro.
Recuerdo perfectamente el momento en que surgió. Estaba recogiendo los materiales, ya con la mancha aún húmeda, y por costumbre apoyé un papel encima. Cuando lo levanté, allí estaban: dos versiones del mismo animal. Una viva, otra a punto de quebrarse. Me impactó, lo confieso. Y me quedé absorto mirándola, tratando de escuchar su mensaje, de reconocernos en la imagen. Porque hay algo profundamente español en esa dualidad: la euforia y el desastre, el grito y la caída. El “Viva” y el silencio posterior.
Viva España es una obra que no pretende dar respuestas. Solo propone mirar de frente. Porque a veces la identidad también duele.
Si te remueve algo, escríbeme a evangb@me.com. Las preguntas incómodas también merecen ser colgadas en la pared.
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